Gobernanza policéntrica, descentralización y acción climática
La crisis climática está retando a los Estados respecto de sus capacidades para gobernar los territorios y aunar esfuerzos para actuar coordinadamente. Durante la última década se ha profundizado en los conceptos de gobernanza policéntrica y descentralización como recursos para enfrentar las crisis globales. Pareciera que la gobernanza es un instrumento gigantesco y poderoso con una mira microscópica que no logramos enfocar y la descentralización uno de los temores más grandes de las sociedades de la desconfianza.
La gobernanza en un sentido amplio se entendería desde la oferta de servicios públicos, las políticas sociales y los procesos de descentralización del poder. Cabe resaltar que las políticas sociales abarcan también las ambientales y económicas, aún mas en países en desarrollo y megadiversos. El ejercicio de la gobernanza parte desde la interdependencia y coordinación negociada de los actores que integran la sociedad y tiene como respuesta la gobernabilidad del sistema. Es un mecanismo para mediar entre los intereses privados, los públicos y los de naturaleza bivalente teniendo como referente el Estado de Derecho.
Teóricamente se ha planteado un balance de autoridades que regulan a la sociedad en tres componentes:
- El Estado como autoridad suprema en el territorio y la separación de poderes como recurso para equilibrar y armonizar estas fuerzas.
- El mercado como mecanismo regulador de la economía.
- Un componente heterogéneo en formas y jerarquías integrado por redes, asociaciones, juntas o asambleas convocadas por diversos grupos sociales.
Si bien estos tres grupos de autoridad representan de manera muy general un esquema de gobernanza tipo, no podemos desconocer el rol de otras fuerzas que ordenan el territorio y que se distinguen en naturaleza como las fuerzas militares. Finalmente es clave no perder de vista el universo de estructuras fuera de la ley y el orden del Estado que también ejercen alguna forma de autoridad y ordenan el territorio en donde se instalan.
El concepto de gobernanza policéntrica como enfoque para superar la dicotomía Estado-Mercado y desarrollar la escala micro global propuesta por Ostrom es tan fascinante como retador. Hemos creado conceptos como lo “glocal”, lemas como “piensa global actúa local” y esta dicotomía de escala aún no termina de encauzarse. El reconocimiento de una estructura real de gobernanza policéntrica parte de entender que los poderes que moldean el territorio y ordenan la sociedad son diversos y en algunos casos difíciles de identificar bajo una única categoría y por tanto carecen de una única forma de representación centralizada.
¿Como luce un sistema de gobernanza policéntrica en un contexto global multipolar?
Ante esta pregunta lo primero que aparece en mi mente es un bosque. Un sistema semiautónomo, distante de los autoritarismos y sujeto por un pegamento que existe en varias fases que es el agua. Los bosques, los arrecifes, las montañas, los ríos cada uno con su modo propio de autogestionarse y el agua como catalizador de ese policentrismo. Múltiples centros de toma de decisión, coordinados y asumiendo su parte dentro de los niveles de organización bilógica. El sistema micro global que mejor conocemos es la naturaleza, desde los genes hasta los paisajes. Y de allí el concepto de ordenamiento del territorio alrededor del agua y la naturaleza surge como un recurso muy poderoso para identificar el sistema de gobernanza capaz de actuar ante las crisis globales.
Un sistema con estas características debería considerar los siguientes elementos:
- La confianza como el pegamento de los múltiples componentes de regulación. La confianza en la sociedad es lo que el agua es en la naturaleza. En este asunto el sector financiero hasta ahora ha sido un determinante de la confianza así como las capacidades de las instituciones para hacer cumplir las Leyes y de la ciudadanía para acatarlas.
- Un sistema solidario, equitativo y constructivo. Es decir que cuide de aquellas partes de la sociedad más expuestas y vulnerables, privilegiando el desarrollo humano. Se debe prevenir un escenario de individuos y sociedad civil litigando contra los Estados incapaces y débiles, en donde las dos partes acabarían en una trampa de ineficiencias acumuladas.
- La corrupción erosiona la gobernanza, desvirtúa sus principios orientadores y contradice el objetivo del Estado de Derecho. El uso eficiente de los recursos no es compatible con ninguna forma de corrupción ni ilegalidad. En este sentido la fortaleza institucional para prevenirla y castigarla es fundamental.
- Superar la subsidiariedad y la cooperación como únicas fuentes de financiamiento para el desarrollo humano. Los recursos que alimentan un sistema policéntrico en favor de las personas y la naturaleza deben ser predecibles y suficientes.
Las últimas cinco décadas hemos transitado a lo largo de diferentes modelos de gobernanza que parten desde la época de las jerarquías monárquicas o militares; un viejo estilo de gobierno basado en la autoridad, la ausencia de derechos y libertades. En los años ochenta el mercado fue un poder dominante y tenía en el precio el principal indicador de éxito. Era un modelo de eficiencia económica y la descentralización del poder privilegiaba al capital por encima de la sociedad. En los noventa aparecen las primeras redes de gobernanza, como cuerpos diversos basados en la interdependencia y confianza. En nuestros días el mercado ha generado graves externalidades y se introducen por primera vez elementos no humanos capaces de ejercer alguna forma de autoridad. Un nuevo polo de regulación, completamente distinto a los demás, una forma de inteligencia que hemos denominado artificial, capaz de trabajar, coordinar, monetizar, dirimir y decidir sin ser necesariamente humana.
En la década del 2020 vemos la vuelta al ruedo de nuevos autoritarismos, el escalamientos de conflictos armados y una desconfianza generalizada en los Estados y las instituciones. Las herramientas de que disponemos deberían permitirnos construir confianza, empatía y transparencia en un nuevo modelo de gobernanza capaz de organizar nuestras fuerzas y recursos en favor de enfrentar las crisis globales que navegamos actualmente.
Las NDCs y los NBSAPs tienen la oportunidad de configurar plataformas para la gobernanza policéntrica del territorio. Las libertades y los derechos humanos son en principio una constante a defender y representan los valores de la sociedad civil. El tránsito hacia la democratización del régimen político, el cambio en los modelos socioeconómicos y la consolidación de un modelo que centre su eje en la naturaleza y las personar nos aseguraría un mejor futuro en el planeta más inestable en el que hayamos habitado como especie. Reconocer el eje periférico de la criminalidad y fortalecer las instituciones para desmotarlo es calve en un contexto global donde la violencia se valida como recurso para gobernar.
Co-gobernar en lo internacional, supranacional, nacional, regional, local y pluriétnico puede permitirnos enfrentar la crisis climática y de la biodiversidad. Hoy tenemos la oportunidad de recalibrar un sistema plural, interdependiente y multipolar capaz de sustentarse en la confianza.